Gracias Bernkastel por tu bienvenida.
Paso a contarles mi primera experiencia fuera del cuerpo.
No pasó hace mucho, fue en Junio, una noche interesante. Era ya de madrugada, cuando me acosté nuevamente luego de ir al baño. Antes de eso había tenido unos sueños, algo desagradables, donde me cortaba los dedos de la mano izquierda y derecha de manera longitudinal con un cuchillo de cocina tipo “tramontina”, de esos que vienen con serrucho. Sentía un escozor en las manos y me las miraba faltándome dos dedos con parte de la palma, el meñique y el que le sigue de la mano derecha y el meñique de la izquierda con parte de la palma. No sangraba. En fin, un sueño medio desagradable. Pero al volverme acostar después de levantarme para ir al baño, me acuerdo me ubiqué sobre mi costado derecho, en esa ubicación me hallaba cómodo, y como siempre antes de dormirme realizaba los ejercicios de acuerdo a la técnica de Monroe hasta dónde podía.
Pasado un tiempo, me siento que estoy acostado durmiendo sobre mi lado derecho y con deseos de experimentar un EFC. Es cuando me digo a mi mismo, conciente de hallarme en una especie de mundo diferente, es decir, sabía que me había acostado y recordaba que quería tener una experiencia astral y ahora sentía, si: sentía, que estaba en ella: “bien, ahora tengo que salir de mi cuerpo” ¡Y empiezo a salir de el elevándome! ¡No lo podía creer! Mientras me elevaba me decía: “¡Funciona, me hallo de verdad en una EFC.” No lo podía creer de emoción, pero sí, efectivamente comienzo a elevarme y giro para ver, porque me decía: “ahora quiero ver mi cuerpo, porque estoy en un verdadero viaje astral.” Así que miro hacia donde estaba acostado y me busco. No puedo verme, solo veo una especie de ropas ubicadas como si estuvieran sobre un mostrador. Sabía en esa especie de sueño que estaba durmiendo en casa con mi esposa, así que la busco a ella también a mi lado, pero no la veo a mi lado. Estoy un poco preocupado en entender como era posible que no pudiera ver mi cama y los dos cuerpos allí durmiendo. La visión era algo borrosa, en la dirección que observaba parecía ver algo sin entender lo que era. Es entonces que percibo que se acerca a mí una mujer desde mi costado derecho, era mi esposa, y le digo, “mirá. ¿Podes verme acostado? Estoy allí,” como para descubrir si ella podía verlo. Ambos nos acercamos descendiendo al lugar desde dónde me había elevado, pero no noto otra cosa que unos guantes, de los que uso en invierno. Son los de Nylon forrado internamente con fibra compacta, tipo Water-Proof -20º. No podía ver cuerpo ni rostro alguno. Tampoco podía ver dos cuerpos en una cama. Solo parecía ver unas telas o frazadas en un sector reducido, la visión no era clara, no podía distinguir donde estaba, suponía en mi dormitorio, pero era algo confuso, en un momento parecía que la cama donde suponía dormía se hallaba sobre algún mueble donde había un respaldo en forma de escalón, pero nada nítido en la dirección de mi atenta observación, salvo los guantes que reconocí perfectamente. En eso dejo de lado esa intención al darme cuenta que no me podía ver, pensando que era por algún motivo que no entendía, y comienzo a alejarme del lugar en busca de nuevas experiencias. Me hallaba como en un tipo de gran bar o salones divididos por paredes con aberturas anchas sin puertas semejando un galería o largo hall por donde se iba a alguna parte, suponía afuera. Presentía hallarme acompañado de muchas personas, a las que no podía ver. De hecho, todo era muy borroso, no era como ver en la realidad. Mientras mi esposa se alejaba de mí, aparece ante mi otra persona la cual identifiqué perfectamente ¡Que alegría de verla! Estuve un tiempo con esa persona hasta que me despido de ella y continúo caminando por ese pasillo hasta que salgo a la vereda de ese edificio, esa especie de gran bar o snack, el cual no pude ver nunca en detalle, solo muy vagamente. Noto hallarme en una gran ciudad. El edificio de dónde salí era de varios pisos, tenía balcones. Como sabía que me hallaba en el astral, deseaba saber dónde estaba, y me digo. “Voy a elevarme para ver mejor” ¡Y comienzo a elevarme! Veo como empiezo a resurgir desde un gran orbe, era de noche, estaba la ciudad iluminada. Algunos edificios elevados, no rascacielos, si de hasta 10 o 15 pisos, paso su nivel elevándome rápidamente, como una especie de nave a gran velocidad. Cuando noto que la ciudad se me iba achicando aceleradamente abajo, toda iluminada y con un realismo impresionante, hallándome alto, me da algo de temor alejarme tanto del lugar, un lugar que no pude reconocer, es entonces cuando mi ascenso se detiene y puedo echarle un vistazo abajo. Era fantástico. “¡Estoy en el astral!” -me decía. Deduzco ahora que me encontraba a una altura de unos 800 pies. En eso miro al cielo alrededor mío. Era una noche estrellada. Un cielo realmente lleno de estrellas. Las veía con una nitidez perfecta. Hasta las más pequeñas las podía ver con toda claridad como pequeños puntos brillantes a pesar que en la vida real debo usar anteojos para ver bien apenas a tres metros. En ese momento me dije. “¡Cuantas estrellas! Ahora que estoy aquí, voy a buscar la constelación de Orión”. Me hallaba conciente de ello, miraba el cielo en busca de esa constelación. Sabía como era, es decir, sabía lo que tenía que encontrar. Las tres estrellas juntas al centro y las cuatro distantes. A medida que miraba notaba una constelación, tenía la forma de una “H” curvada, angosta al centro y extendida en los extremos. Estaba conformada por multitud de estrellas. “No, esa no es” -me decía. Seguí buscando en otra zona del cielo. “Esa tampoco”. Mientras seguía buscando tratando de hallar la constelación de Orión, algo me decía que no la iba poder encontrar, que no estaba allí, y poco a poco ese cielo comenzó a desenfocarse. La visión se tornó borrosa y como al poco tiempo aparezco en otro lugar.
Me hallaba en un andén de ferrocarril, un andén angosto y elevado, cuyas vías estaban como a un metro de profundidad a mi izquierda, estilo subterráneo de la capital. Estaba caminando por ese andén al aire libre lleno de gente esperando el tren a mi derecha, y no podía caminar sino por el borde del andén, con cierta dificultad. El tren parece que todavía no llegaba. El andén era largo, y como a unos cincuenta metros se curvaba hacia la derecha. En esa dirección aparecía como una pequeña elevación del terreno, y podía ver a una o dos personas de espaldas a lo lejos haciendo señas. Suponía que esas señas tenían algo que ver con el tren que estaría por llegar al andén, pues al curvarse las vías no se podía ver. Concientemente sabía que me hallaba en un astral, y notaba como si alguien me decía. “Tírate sobre el espacio abierto de las vías y recorre el largo trayecto volando sin tener que caminar por ese borde pidiendo permiso a la gente”, gente que esperaba el tren. Pero no me animaba. Por un lado sentía temor por si aparecía la locomotora y yo no pudiera flotar, caído sobre las vías no pudiese reincorporarme y escapar de una situación comprometedora. Continué caminando, pidiendo permiso a medida que avanzaba por el borde. Llegué al final del andén, subí una especie de desnivel del terreno y aparecen del otro lado varios carriles ferroviarios, en el cual en uno de ellos, pasa a mi lado un tren con maquinarias cargadas en vagones playos de carga. Luego que pasa, cruzo las vías.
A medida que camino por esa ciudad, de repente al llegar a una esquina veo que aparece de nuevo la persona del salón, trayendo una valija en una carretilla vertical. Había que cruzar un charco en la esquina, así que me ofrezco en ayudarla con esa valija. Pero ella se adelante y se marcha a gran velocidad internándose en una calle angosta, como un ancho pasillo. Para alcanzarla no tenía otra posibilidad que ir volando. De modo que me hallo surcando esa calle en el aire tratando de alcanzarla. A medida que vuelo, me doy cuenta que me hallo en el astral, entonces me digo. “Mi cuerpo es astral, puedo penetrar las paredes sin rebotar.” ¡Y así fue! Mientras volaba, intencionadamente chocaba contra una pared adoquinada, y la mitad de mi cuerpo surcaba por dentro de la pared mientras la parte derecha con mi cabeza iba por afuera. También experimente la sensación de que las paredes tenían una especie de cuerpo, las podía sentir al tacto, las podía tocar, pero con un poco más de fuerza, las podía atravesar. “¡Fantástico!” -me decía. “Es tal cual estuve leyendo, ocurre exactamente como lo relatado por R.M. Los cuerpos sólidos los puedo sentir, puedo levemente estar apoyados sobre ellos, pueden detenerme, puedo deslizarme sobre una superficie material, pero con algo más de fuerza o energía las puedo atravesar” Continué navegando por esa calle angosta hasta que noto más adelante que la persona entra por una puerta de chapa que daba sobre la calle angosta, justo en una esquina, en un cruce con otro espacio abierto. Llego a ese lugar, me detengo incorporándome sobre el piso para disponerme a entrar. Otros también viajaban por ese pasillo. No iba solo. Una persona, que era un niño, quería pasar, pues el seguía adelante, así que me mira como pidiéndome permiso, y gustosamente le dejo lugar para que pase con una sonrisa que me es devuelta. Entonces miro la puerta y entro en ella. Buscaba a la persona para averiguar por que no quiso que le ayudase. Parecía una bicicletería, pues notaba muchas bicicletas en el lugar. Había como una especie de mostrador. En eso veo a una persona abajo contra una pared, era pequeña, parecía una niña. Se acerca y se parece a la persona. Era morocha, poco a poco, a medida que la observo y le digo algunas cosas que no recuerdo ahora, ella se va transformando poco a poco, elevándose, como si estuviera creciendo en ese poco tiempo. Se me acerca, era delgada, recuerdo borrosamente verla en una especie de vestido gris. Su rostro no era exactamente al la persona que buscaba, era algo mayor, su pelo morocho le caía a los costados en una especie de rulos, parecía mojado, tenía un rostro algo enjuto, aparentaba unos cincuenta años, notaba en su dentadura superior, en su parte derecha, un diente de oro. No obstante para mi era esa persona aunque su rostro no era tal cual como lo fue antes en el bar, el cual era idéntico al real. Luego de intercambiar unas palabras me despido de ella y salgo a la calle.
Nuevamente me encuentro caminando por una calle, esta vez era ancha. Estaba pavimentada. Me hallaba en la gran ciudad, y ahora quería regresar dónde pensaba estaba mi cuerpo durmiendo, a ese edificio donde en su planta baja funcionaba ese raro bar. No sabía muy bien hacia dónde ir. Me daba cuenta que esa ciudad me era desconocida. Realmente no sabía dónde estaba, solo recordaba la fachada del edificio de dónde había salido, y que había una gran plaza enfrente. Entonces, mientras caminaba me dije. “Voy a elevarme, así de esa manera desde el aire podré divisar el lugar”. Recuerdo distinguir la altura del cordón de la calle pavimentada de la vereda, y me decía a mi mismo: “Con esta altura me animo más”. Me tiro literalmente al pavimento desde la vereda y caigo, pero no golpeo contra el mismo, sino que apenas lo rozo, y voy ganando velocidad y altura. Estoy volando como a unos cuatro metros. Por la vereda izquierda las casas se ven alejadas de la línea municipal, a una distancia de cómo seis metros, como si fueran amplios jardines sin árboles. Me dirijo allí y pasaba por encima de cada medianera de propiedad en propiedad. Iba volando tranquilamente cuando veo más adelante una parrilla en una de las medianeras. ¿Qué pasará si paso justo por encima de la chimenea?” -me dije. Paso cerca y siento el calor del fuego que salía por la misma al pasarla tranquilamente. No obstante no noto el calor en mi rostro, ni en el pecho y en las piernas. Solamente siento el calor en mi vientre cuando pasa justo encima de la chimenea. Mientras volaba disfrutaba de las sensaciones. “Pude sentir el calor”-me decía. “¡Es fantástico!” En eso me doy cuenta que a baja altura no iba a poder encontrar el lugar al que deseaba regresar, entonces decido elevarme más. Empiezo a ver la ciudad iluminada, y a medida que me elevo observo a la distancia que todo era ciudad. “¿Hacia dónde quedará el lugar de dónde vine?”. Es que estaba buscando regresar a mi cuerpo que había dejado durmiendo. Estaba conciente de eso. Pero me hallaba perdido. No sabía en que dirección ir. Me pasaría la noche entera buscando. Comienzo a preocuparme. Entonces recuerdo que eso no era necesario. Mientras me hallaba a unos treinta metros de altura, ya no me interesaba en buscar abajo el lugar, de modo que comenzaba a ponerse borrosa la visión. Cierro mis ojos, los astrales, y me digo. “Voy adónde está durmiendo mi cuerpo”. Cuando ya no veo más que oscuridad, me digo: “Es fácil, solo tengo que tratar de abrir un ojo y me encontraré en mi cama, en casa de nuevo”. Y así fue como en una especie de parálisis del sueño intentaba abrir un ojo, me costaba, parecía que no podía, pero estaba tranquilo, sabía que debía estarlo, y en poco tiempo entreabro apenas mi párpado derecho y noto una luz, era de la ventana procedente de una luz del patio contiguo al dormitorio. Finalmente abro ambos ojos, y allí estaba, en mi cama, en la misma posición que me había acostado, sobre mi lado derecho, con el cuerpo medio dormido, como si me hormigueara, tal cual cuando un brazo se queda sin circulación de sangre y se reanuda nuevamente, pero muy ligero el efecto. Me doy vuelta feliz, diciéndome plenamente despierto, “¡Esto sí que fue un viaje astral conciente!” Lo único que no pude ver fue mi cama, no me pude ver a mí mismo y tampoco pude ver mi casa en el astral tal como es en la realidad. Estuve en otro lugar, desconocido, pero esta experiencia, que no sé realmente si fue un sueño, no me parece que lo fuera, no solo fue vívido sino con un cierto grado de lucidez que jamás había tenido. Además me sentí realmente fuera del cuerpo, no como en todos los sueños vívidos que tuve en el cuan nunca sentí estar dividido. Fue una experiencia realmente nueva. Podía pensar, recordar, sacar conclusiones, decidir ir adónde quería ir, aunque no de manera tan efectiva en sus resultados, pues al parecer era como si la realidad astral que estaba experimentando tenía ciertos límites que no podía traspasar aunque mentalmente deseaba lograrlo. Me daba cuenta en la experiencia de esos límites. Era como si me estuvieran diciendo. “Hasta aquí puedes llegar, no más allá” Al mismo tiempo, se asemejaban en cierto modo a los sueños vívidos en que los escenarios era como impuestos, segmentados en una especie de actos separados entre sí, pero a diferencia de aquellos ahora sabía que estaba en ellos e interactuaba con una libertad que jamás había experimentado.
Espero les guste y lo expuse como ejemplo para analizarlo. Las EFC según cuentan unos y otros muestran diferencias. Para los investigadores existen como dos clases: aquellas en las cuales la conciencia parece realmente salir y estar en otro lugar y otras en las cuales es una simulación o viaje virtual.
En una carta que escribe Sylvan Muldoon a H.C. dice: "Ud. me pregunta también si he visto alguna vez durante mi permanencia en el astral algo cuya existencia yo ignorase, verificando posteriormente su existencia real. ¡Por supuesto! Esto no es nada raro durante la proyección consciente. Frecuentemente me he introducido en el interior de una casa y observado todos los objetos a mi alrededor, y he visitado más tarde esa misma casa con mi cuerpo físico, comprobando que todo era exactamente igual a como lo había visto en el astral."
Esta afirmación es muy categórica, la cual comparte de la misma manera R.Monroe, sin embargo, al leer los relatos de sus sueños al describir lo que ve, no ve en realidad el mundo físico tal cual es, solo partes.
¿Alguno puede atestiguar apoyando lo dicho por S.M.?
Paso a contarles mi primera experiencia fuera del cuerpo.
No pasó hace mucho, fue en Junio, una noche interesante. Era ya de madrugada, cuando me acosté nuevamente luego de ir al baño. Antes de eso había tenido unos sueños, algo desagradables, donde me cortaba los dedos de la mano izquierda y derecha de manera longitudinal con un cuchillo de cocina tipo “tramontina”, de esos que vienen con serrucho. Sentía un escozor en las manos y me las miraba faltándome dos dedos con parte de la palma, el meñique y el que le sigue de la mano derecha y el meñique de la izquierda con parte de la palma. No sangraba. En fin, un sueño medio desagradable. Pero al volverme acostar después de levantarme para ir al baño, me acuerdo me ubiqué sobre mi costado derecho, en esa ubicación me hallaba cómodo, y como siempre antes de dormirme realizaba los ejercicios de acuerdo a la técnica de Monroe hasta dónde podía.
Pasado un tiempo, me siento que estoy acostado durmiendo sobre mi lado derecho y con deseos de experimentar un EFC. Es cuando me digo a mi mismo, conciente de hallarme en una especie de mundo diferente, es decir, sabía que me había acostado y recordaba que quería tener una experiencia astral y ahora sentía, si: sentía, que estaba en ella: “bien, ahora tengo que salir de mi cuerpo” ¡Y empiezo a salir de el elevándome! ¡No lo podía creer! Mientras me elevaba me decía: “¡Funciona, me hallo de verdad en una EFC.” No lo podía creer de emoción, pero sí, efectivamente comienzo a elevarme y giro para ver, porque me decía: “ahora quiero ver mi cuerpo, porque estoy en un verdadero viaje astral.” Así que miro hacia donde estaba acostado y me busco. No puedo verme, solo veo una especie de ropas ubicadas como si estuvieran sobre un mostrador. Sabía en esa especie de sueño que estaba durmiendo en casa con mi esposa, así que la busco a ella también a mi lado, pero no la veo a mi lado. Estoy un poco preocupado en entender como era posible que no pudiera ver mi cama y los dos cuerpos allí durmiendo. La visión era algo borrosa, en la dirección que observaba parecía ver algo sin entender lo que era. Es entonces que percibo que se acerca a mí una mujer desde mi costado derecho, era mi esposa, y le digo, “mirá. ¿Podes verme acostado? Estoy allí,” como para descubrir si ella podía verlo. Ambos nos acercamos descendiendo al lugar desde dónde me había elevado, pero no noto otra cosa que unos guantes, de los que uso en invierno. Son los de Nylon forrado internamente con fibra compacta, tipo Water-Proof -20º. No podía ver cuerpo ni rostro alguno. Tampoco podía ver dos cuerpos en una cama. Solo parecía ver unas telas o frazadas en un sector reducido, la visión no era clara, no podía distinguir donde estaba, suponía en mi dormitorio, pero era algo confuso, en un momento parecía que la cama donde suponía dormía se hallaba sobre algún mueble donde había un respaldo en forma de escalón, pero nada nítido en la dirección de mi atenta observación, salvo los guantes que reconocí perfectamente. En eso dejo de lado esa intención al darme cuenta que no me podía ver, pensando que era por algún motivo que no entendía, y comienzo a alejarme del lugar en busca de nuevas experiencias. Me hallaba como en un tipo de gran bar o salones divididos por paredes con aberturas anchas sin puertas semejando un galería o largo hall por donde se iba a alguna parte, suponía afuera. Presentía hallarme acompañado de muchas personas, a las que no podía ver. De hecho, todo era muy borroso, no era como ver en la realidad. Mientras mi esposa se alejaba de mí, aparece ante mi otra persona la cual identifiqué perfectamente ¡Que alegría de verla! Estuve un tiempo con esa persona hasta que me despido de ella y continúo caminando por ese pasillo hasta que salgo a la vereda de ese edificio, esa especie de gran bar o snack, el cual no pude ver nunca en detalle, solo muy vagamente. Noto hallarme en una gran ciudad. El edificio de dónde salí era de varios pisos, tenía balcones. Como sabía que me hallaba en el astral, deseaba saber dónde estaba, y me digo. “Voy a elevarme para ver mejor” ¡Y comienzo a elevarme! Veo como empiezo a resurgir desde un gran orbe, era de noche, estaba la ciudad iluminada. Algunos edificios elevados, no rascacielos, si de hasta 10 o 15 pisos, paso su nivel elevándome rápidamente, como una especie de nave a gran velocidad. Cuando noto que la ciudad se me iba achicando aceleradamente abajo, toda iluminada y con un realismo impresionante, hallándome alto, me da algo de temor alejarme tanto del lugar, un lugar que no pude reconocer, es entonces cuando mi ascenso se detiene y puedo echarle un vistazo abajo. Era fantástico. “¡Estoy en el astral!” -me decía. Deduzco ahora que me encontraba a una altura de unos 800 pies. En eso miro al cielo alrededor mío. Era una noche estrellada. Un cielo realmente lleno de estrellas. Las veía con una nitidez perfecta. Hasta las más pequeñas las podía ver con toda claridad como pequeños puntos brillantes a pesar que en la vida real debo usar anteojos para ver bien apenas a tres metros. En ese momento me dije. “¡Cuantas estrellas! Ahora que estoy aquí, voy a buscar la constelación de Orión”. Me hallaba conciente de ello, miraba el cielo en busca de esa constelación. Sabía como era, es decir, sabía lo que tenía que encontrar. Las tres estrellas juntas al centro y las cuatro distantes. A medida que miraba notaba una constelación, tenía la forma de una “H” curvada, angosta al centro y extendida en los extremos. Estaba conformada por multitud de estrellas. “No, esa no es” -me decía. Seguí buscando en otra zona del cielo. “Esa tampoco”. Mientras seguía buscando tratando de hallar la constelación de Orión, algo me decía que no la iba poder encontrar, que no estaba allí, y poco a poco ese cielo comenzó a desenfocarse. La visión se tornó borrosa y como al poco tiempo aparezco en otro lugar.
Me hallaba en un andén de ferrocarril, un andén angosto y elevado, cuyas vías estaban como a un metro de profundidad a mi izquierda, estilo subterráneo de la capital. Estaba caminando por ese andén al aire libre lleno de gente esperando el tren a mi derecha, y no podía caminar sino por el borde del andén, con cierta dificultad. El tren parece que todavía no llegaba. El andén era largo, y como a unos cincuenta metros se curvaba hacia la derecha. En esa dirección aparecía como una pequeña elevación del terreno, y podía ver a una o dos personas de espaldas a lo lejos haciendo señas. Suponía que esas señas tenían algo que ver con el tren que estaría por llegar al andén, pues al curvarse las vías no se podía ver. Concientemente sabía que me hallaba en un astral, y notaba como si alguien me decía. “Tírate sobre el espacio abierto de las vías y recorre el largo trayecto volando sin tener que caminar por ese borde pidiendo permiso a la gente”, gente que esperaba el tren. Pero no me animaba. Por un lado sentía temor por si aparecía la locomotora y yo no pudiera flotar, caído sobre las vías no pudiese reincorporarme y escapar de una situación comprometedora. Continué caminando, pidiendo permiso a medida que avanzaba por el borde. Llegué al final del andén, subí una especie de desnivel del terreno y aparecen del otro lado varios carriles ferroviarios, en el cual en uno de ellos, pasa a mi lado un tren con maquinarias cargadas en vagones playos de carga. Luego que pasa, cruzo las vías.
A medida que camino por esa ciudad, de repente al llegar a una esquina veo que aparece de nuevo la persona del salón, trayendo una valija en una carretilla vertical. Había que cruzar un charco en la esquina, así que me ofrezco en ayudarla con esa valija. Pero ella se adelante y se marcha a gran velocidad internándose en una calle angosta, como un ancho pasillo. Para alcanzarla no tenía otra posibilidad que ir volando. De modo que me hallo surcando esa calle en el aire tratando de alcanzarla. A medida que vuelo, me doy cuenta que me hallo en el astral, entonces me digo. “Mi cuerpo es astral, puedo penetrar las paredes sin rebotar.” ¡Y así fue! Mientras volaba, intencionadamente chocaba contra una pared adoquinada, y la mitad de mi cuerpo surcaba por dentro de la pared mientras la parte derecha con mi cabeza iba por afuera. También experimente la sensación de que las paredes tenían una especie de cuerpo, las podía sentir al tacto, las podía tocar, pero con un poco más de fuerza, las podía atravesar. “¡Fantástico!” -me decía. “Es tal cual estuve leyendo, ocurre exactamente como lo relatado por R.M. Los cuerpos sólidos los puedo sentir, puedo levemente estar apoyados sobre ellos, pueden detenerme, puedo deslizarme sobre una superficie material, pero con algo más de fuerza o energía las puedo atravesar” Continué navegando por esa calle angosta hasta que noto más adelante que la persona entra por una puerta de chapa que daba sobre la calle angosta, justo en una esquina, en un cruce con otro espacio abierto. Llego a ese lugar, me detengo incorporándome sobre el piso para disponerme a entrar. Otros también viajaban por ese pasillo. No iba solo. Una persona, que era un niño, quería pasar, pues el seguía adelante, así que me mira como pidiéndome permiso, y gustosamente le dejo lugar para que pase con una sonrisa que me es devuelta. Entonces miro la puerta y entro en ella. Buscaba a la persona para averiguar por que no quiso que le ayudase. Parecía una bicicletería, pues notaba muchas bicicletas en el lugar. Había como una especie de mostrador. En eso veo a una persona abajo contra una pared, era pequeña, parecía una niña. Se acerca y se parece a la persona. Era morocha, poco a poco, a medida que la observo y le digo algunas cosas que no recuerdo ahora, ella se va transformando poco a poco, elevándose, como si estuviera creciendo en ese poco tiempo. Se me acerca, era delgada, recuerdo borrosamente verla en una especie de vestido gris. Su rostro no era exactamente al la persona que buscaba, era algo mayor, su pelo morocho le caía a los costados en una especie de rulos, parecía mojado, tenía un rostro algo enjuto, aparentaba unos cincuenta años, notaba en su dentadura superior, en su parte derecha, un diente de oro. No obstante para mi era esa persona aunque su rostro no era tal cual como lo fue antes en el bar, el cual era idéntico al real. Luego de intercambiar unas palabras me despido de ella y salgo a la calle.
Nuevamente me encuentro caminando por una calle, esta vez era ancha. Estaba pavimentada. Me hallaba en la gran ciudad, y ahora quería regresar dónde pensaba estaba mi cuerpo durmiendo, a ese edificio donde en su planta baja funcionaba ese raro bar. No sabía muy bien hacia dónde ir. Me daba cuenta que esa ciudad me era desconocida. Realmente no sabía dónde estaba, solo recordaba la fachada del edificio de dónde había salido, y que había una gran plaza enfrente. Entonces, mientras caminaba me dije. “Voy a elevarme, así de esa manera desde el aire podré divisar el lugar”. Recuerdo distinguir la altura del cordón de la calle pavimentada de la vereda, y me decía a mi mismo: “Con esta altura me animo más”. Me tiro literalmente al pavimento desde la vereda y caigo, pero no golpeo contra el mismo, sino que apenas lo rozo, y voy ganando velocidad y altura. Estoy volando como a unos cuatro metros. Por la vereda izquierda las casas se ven alejadas de la línea municipal, a una distancia de cómo seis metros, como si fueran amplios jardines sin árboles. Me dirijo allí y pasaba por encima de cada medianera de propiedad en propiedad. Iba volando tranquilamente cuando veo más adelante una parrilla en una de las medianeras. ¿Qué pasará si paso justo por encima de la chimenea?” -me dije. Paso cerca y siento el calor del fuego que salía por la misma al pasarla tranquilamente. No obstante no noto el calor en mi rostro, ni en el pecho y en las piernas. Solamente siento el calor en mi vientre cuando pasa justo encima de la chimenea. Mientras volaba disfrutaba de las sensaciones. “Pude sentir el calor”-me decía. “¡Es fantástico!” En eso me doy cuenta que a baja altura no iba a poder encontrar el lugar al que deseaba regresar, entonces decido elevarme más. Empiezo a ver la ciudad iluminada, y a medida que me elevo observo a la distancia que todo era ciudad. “¿Hacia dónde quedará el lugar de dónde vine?”. Es que estaba buscando regresar a mi cuerpo que había dejado durmiendo. Estaba conciente de eso. Pero me hallaba perdido. No sabía en que dirección ir. Me pasaría la noche entera buscando. Comienzo a preocuparme. Entonces recuerdo que eso no era necesario. Mientras me hallaba a unos treinta metros de altura, ya no me interesaba en buscar abajo el lugar, de modo que comenzaba a ponerse borrosa la visión. Cierro mis ojos, los astrales, y me digo. “Voy adónde está durmiendo mi cuerpo”. Cuando ya no veo más que oscuridad, me digo: “Es fácil, solo tengo que tratar de abrir un ojo y me encontraré en mi cama, en casa de nuevo”. Y así fue como en una especie de parálisis del sueño intentaba abrir un ojo, me costaba, parecía que no podía, pero estaba tranquilo, sabía que debía estarlo, y en poco tiempo entreabro apenas mi párpado derecho y noto una luz, era de la ventana procedente de una luz del patio contiguo al dormitorio. Finalmente abro ambos ojos, y allí estaba, en mi cama, en la misma posición que me había acostado, sobre mi lado derecho, con el cuerpo medio dormido, como si me hormigueara, tal cual cuando un brazo se queda sin circulación de sangre y se reanuda nuevamente, pero muy ligero el efecto. Me doy vuelta feliz, diciéndome plenamente despierto, “¡Esto sí que fue un viaje astral conciente!” Lo único que no pude ver fue mi cama, no me pude ver a mí mismo y tampoco pude ver mi casa en el astral tal como es en la realidad. Estuve en otro lugar, desconocido, pero esta experiencia, que no sé realmente si fue un sueño, no me parece que lo fuera, no solo fue vívido sino con un cierto grado de lucidez que jamás había tenido. Además me sentí realmente fuera del cuerpo, no como en todos los sueños vívidos que tuve en el cuan nunca sentí estar dividido. Fue una experiencia realmente nueva. Podía pensar, recordar, sacar conclusiones, decidir ir adónde quería ir, aunque no de manera tan efectiva en sus resultados, pues al parecer era como si la realidad astral que estaba experimentando tenía ciertos límites que no podía traspasar aunque mentalmente deseaba lograrlo. Me daba cuenta en la experiencia de esos límites. Era como si me estuvieran diciendo. “Hasta aquí puedes llegar, no más allá” Al mismo tiempo, se asemejaban en cierto modo a los sueños vívidos en que los escenarios era como impuestos, segmentados en una especie de actos separados entre sí, pero a diferencia de aquellos ahora sabía que estaba en ellos e interactuaba con una libertad que jamás había experimentado.
Espero les guste y lo expuse como ejemplo para analizarlo. Las EFC según cuentan unos y otros muestran diferencias. Para los investigadores existen como dos clases: aquellas en las cuales la conciencia parece realmente salir y estar en otro lugar y otras en las cuales es una simulación o viaje virtual.
En una carta que escribe Sylvan Muldoon a H.C. dice: "Ud. me pregunta también si he visto alguna vez durante mi permanencia en el astral algo cuya existencia yo ignorase, verificando posteriormente su existencia real. ¡Por supuesto! Esto no es nada raro durante la proyección consciente. Frecuentemente me he introducido en el interior de una casa y observado todos los objetos a mi alrededor, y he visitado más tarde esa misma casa con mi cuerpo físico, comprobando que todo era exactamente igual a como lo había visto en el astral."
Esta afirmación es muy categórica, la cual comparte de la misma manera R.Monroe, sin embargo, al leer los relatos de sus sueños al describir lo que ve, no ve en realidad el mundo físico tal cual es, solo partes.
¿Alguno puede atestiguar apoyando lo dicho por S.M.?